sábado, 14 de julio de 2007

HIPERTENSION ARTERIAL


HIPERTENSION ARTERIAL


Esta pàgina tiene una finalidad didàctica e informativa, es una recopilaciòn de material que se encontrò disponible en la red y que me parece de vital importancia ya que la Hipertensiòn Arterial es considerada un asesino silencioso. Exiten pacientes que padecen hipertensiòn arterial por muchos años y sòlo la detectan al presentar daños permanentes en corazòn, riñón u otros òrganos. A fin de comprender el padecimiento es necesario conocer el funcionamiento normal del aparato cardiocirculatorio.







¿Qué es y como funciona el aparato cardiocirculatorio?


Nuestro cuerpo precisa para su funcionamiento de oxígeno y sustancias que proporcionan energía (azúcar, proteínas). El aparato cardiocirculatorio es el encargado de realizar la distribución de estas sustancias por todo el organismo y está constituido fundamentalmente por el corazón y un conjunto de tubos elásticos a los que llamamos arterias y venas.















El corazón es una bomba que con su acción impulsora, proporciona la fuerza necesaria para que la sangre y las sustancias que transporta ésta, circulen adecuadamente a través de ese conjunto de tubos.
En cada latido, el corazón expulsa una determinada cantidad de sangre hacia la arteria más gruesa (aorta); por sucesivas ramificaciones que salen de ella, esta sangre llega a todo el organismo.
La sangre cuando ha cedido el oxígeno y los nutrientes (proteínas, azúcar) a las células del organismo se recoge en otros tubos llamados venas que la devuelven nuevamente al corazón.
El corazón tiene cuatro cámaras o cavidades, dos aurículas y dos ventrículos. La sangre que vuelve al corazón por las venas entra por la aurícula derecha (AD). Desde la aurícula, a través de una válvula (tricúspide) la sangre pasa a otra cámara del corazón, ventrículo derecho (VD) y de aquí por la arteria pulmonar llega a los pulmones, donde incorpora el oxígeno que tomamos en la respiración. La sangre, ya oxigenada, vuelve al corazón, concretamente a la aurícula izquierda (AI), por las venas pulmonares. Desde aquí, pasando por la válvula mitral, llega al ventrículo izquierdo (VI), que es el principal motor impulsor de la sangre hacia el resto del cuerpo.
El sistema circulatorio tiene una gran capacidad para adaptarse a las distintas necesidades del organismo. El volumen de sangre que impulsa el corazón en reposo es de unos 5 litros por minuto; esta cifra puede elevarse hasta cuatro veces más durante el esfuerzo, fundamentalmente aumentando el número de latidos por minuto.
El corazón es un órgano muscular (miocardio); como todos los músculos necesita para su funcionamiento oxígeno y nutrientes, que obtiene, como el resto del cuerpo, de la sangre. Ésta le llega a través de las arterias coronarias que salen de la aorta.
Las arterias coronarias recorren la superficie externa del corazón en todo su contorno, formando una especie de corona (de aquí su nombre) y dan ramas que hacen llegar la sangre a todo el músculo cardíaco.
Las arterias coronarias son dos: derecha e izquierda. La coronaria izquierda se divide en dos grandes ramas: descendente anterior y circunfleja. Tenemos así tres grandes arterias: coronaria derecha, descendente anterior y circunfleja.
Las necesidades de oxígeno del músculo cardíaco no son siempre las mismas, se modifican con el ejercicio, el trabajo y el estrés, entre otras circunstancias. Cuando el organismo precisa más aporte de energía, el corazón responde adecuadamente aumentando su trabajo. Este aumento hace que se eleven también las necesidades de oxígeno del propio músculo cardíaco, necesidades que son resueltas mediante un mayor aporte de sangre a través de las arterias coronarias.













Enfermedad Coronaria
Llamamos "enfermedad coronaria" a la incapacidad de las arterias coronarias para llevar el oxígeno necesario a un determinado territorio del músculo cardíaco, lo que dificulta el funcionamiento de éste. Así pues, el corazón enferma por la mala función del sistema de irrigación (arterias coronarias).
La causa más frecuente de alteración de las coronarias es la arterioesclerosis (endurecimiento de las arterias), proceso natural al que se añade en algunas personas el depósito de sustancias como colesterol o calcio, en la pared de los vasos. A estos depósitos se les llama placas de ateroma. La formación de placas de ateroma no tiene relación directa con la edad, como hemos dicho de la arterioesclerosis, de tal manera que en algunos aparece muy pronto y en otros no lo hace nunca.
Probablemente hay alguna causa hereditaria que explique este hecho, pero no cabe duda de que existen factores (tabaco, colesterol elevado, hipertensión, diabetes etc...) que favorecen el desarrollo de las placas de ateroma, son los llamados «FACTORES DE RIESGO»de esta enfermedad y de los que luego nos ocuparemos.
Al crecer las placas de ateroma, se reduce el calibre de las arterias en su interior y disminuye la cantidad de sangre que puede pasar a su través. Como consecuencia la cantidad de oxígeno que llega es insuficiente para el trabajo que tiene que hacer el corazón.Cuando una parte del corazón no recibe sangre suficiente decimos que está isquémico y en este momento se manifiesta la enfermedad coronaria, también llamada cardiopatía isquémica.
La enfermedad coronaria o cardiopatía isquémica se manifiesta principalmente como: - Angina de pecho. - Infarto de miocardio (se suele llamar de forma abreviada I.A.M.).
En los dos casos hay una reducción en la llegada de oxígeno a una parte de músculo cardíaco. En la angina de pecho la falta de riego es pasajera y no deja daño, mientras que en el infarto, la falta de oxígeno es tan prolongada que se produce la muerte de células musculares (necrosis).
¿CÓMO ES LA ANGINA DE PECHO? Es una sensación de dolor, opresión o malestar que generalmente se inicia en el centro del pecho, que puede extenderse principalmente a los brazos, el cuello, la espalda y la mandíbula; es de intensidad progresiva y duración limitada. Muchas veces este dolor coincide con el ejercicio, el trabajo, la actividad sexual y las emociones, situaciones todas ellas que aumentan las necesidades de oxígeno del miocardio; recordemos que la arteria con placas de ateroma en su interior no puede aportar la cantidad precisa de oxígeno. La angina desaparece cuando cesa la circunstancia que la desencadenó. En otras ocasiones, el dolor o crisis de angina, aparece en reposo; en este caso lo que ocurre es la rotura súbita de una placa de ateroma o bien un estrechamiento o espasmo de la pared de la arteria, dificultándose así el paso de sangre.
¿CÓMO ES EL INFARTO DE MIOCARDIO? Es un dolor semejante al de la angina de pecho, aunque de mayor intensidad y duración, y suele ir acompañado de sudoración, náuseas y vómitos. El infarto se produce cuando una arteria se obstruye totalmente, en la mayoría de los casos por un coágulo de sangre que se forma sobre una placa de ateroma que se ha roto. El infarto es habitualmente un evento inesperado, no asociado a ninguna situación determinada que permita predecirlo. La gravedad del infarto depende de la cantidad de músculo que se destruye y está en relación con la arteria obstruida y el lugar en el que se produce la obstrucción. Por fortuna el corazón tiene una capacidad de reserva importante y después de la mayoría de los infartos de miocardio el músculo cardíaco que permanece sano realiza el trabajo de bomba necesario, de tal forma que el paciente puede llevar una vida perfectamente normal.


La hipertensión arterial es una condición médica que cursa con una elevación persistente de la presión arterial, en personas mayores de 18 años, por encima de los 140/90 Hg según el JNC 7(Joint National Committee). Recientemente el JNC 7 (The Seventh Report of the Joint National Committee on Prevention, Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood Pressure)[1] ha definido como Prehipertensión presiones entre 120/80 mm Hg y 139/89 mm Hg. Prehipertensión no es una enfermedad, sino la designación para identficar personas con alto riesgo de desarrollar hipertensión.
Es uno de los principales
factores de riesgo de cardiopatías, ictus y es una de las principales causas de insuficiencia renal; el paciente o enfermo hipertenso sufre una de las patologías más comunes en este comienzo del siglo XXI.
Una nueva categoría denominada
pre-hipertensión, establece valores normales de hasta 139/89 mm Hg, es en este estadio donde se deben revertir los hábitos dietéticos y físicos, ya que los estudios demuestran que si no se produce un cambio, el siguiente paso es la aparición de hipertensión en grado I.
La
tensión arterial mide la fuerza de la sangre contra las paredes de los vasos sanguíneos. La tensión arterial que se mantiene alta por un tiempo largo se llama hipertensión (valores normales hasta 120/80 mm Hg). Si hay demasiado líquido en el cuerpo, aumenta la cantidad de líquido en los vasos sanguíneos y sube la tensión arterial. Los vasos sanguíneos atorados o estrechos también hacen que suba la tensión arterial. La renina descubierta en el siglo pasado (siglo XX), es tal vez el factor más importante asociado a la enfermedad; se puede ver su acción en la historia reciente de la hipertensión. Con los estudios de numerosos investigadores como Tigerstedt y Von Bergmann en 1898 y, posteriormente, el equipo argentino del Premio Nobel de Medicina (1947) Dr. Bernardo Houssay, se realizaron importantes avances.
La tensión arterial alta hace trabajar al
corazón con más fuerza y, con el tiempo, puede dañar los vasos sanguíneos de todo el cuerpo. Si se dañan los vasos sanguíneos de los riñones, es posible que estos órganos dejen de eliminar las impurezas y el líquido extra del cuerpo. Este líquido extra en los vasos sanguíneos puede hacer que suba aún más la tensión arterial. Es un ciclo peligroso.
La tensión arterial alta o hipertensión es una de las principales causas de
insuficiencia renal, llamada también enfermedad terminal de los riñones. Las personas con insuficiencia renal deben recibir un trasplante de riñón o someterse a diálisis continua. Cada año, la tensión arterial causa más de 15.000 casos de insuficiencia renal en los Estados Unidos.

Efectos de la hipertensión arterial [editar]

Aparato electrónico para la toma de la tensión arterial
La hipertensión arterial, o tensión alta, es un factor importante en la aparición de problemas renales en personas
diabéticas. Tanto los antecedentes familiares de hipertensión como su presencia misma parecen aumentar las probabilidades de que el paciente presente una enfermedad renal. La hipertensión también acelera la evolución de la enfermedad renal cuando ésta ya está presente.
La Nueva clasificación del JNC VII establece nuevos valores para la clasificación de la hipertensión; los mismos son: Normal: Presión arterial sistólica = <120(mmhg); lica =" <80(mmHg)," lica =" 120-139;" lica =" 80-89.Hipertensión">160; arterial diastólica >100.
[2]. Estos cambios, que reflejan una disminución cada vez más progresiva en los valores, se producen debido a la observación de la morbi-mortalidad en pacientes con valores de presión, considerados anteriormente como normales (140-90)
En
1997, el Instituto Nacional del Estudio del Corazón, los Pulmones y la Sangre (National Heart, Lung, and Blood Institute) emitió nuevas metas de tensión arterial específicamente para diabéticos y para personas con insuficiencia renal en el Sexto Informe del Comité Nacional Conjunto para la Prevención, Detección, Evaluación y Tratamiento de la Hipertensión Arterial (Sixth Report of the Joint National Committee on Prevention, Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood Pressure, JNC VI). En este informe, el comité recomienda que las personas diabéticas mantengan su tensión arterial en menos de 130/85 y que las que sufren insuficiencia renal (proteinuria mayor de 1 g en 24 h) la mantengan en menos de 125/75.
La hipertensión se puede considerar no sólo como una causa de la enfermedad renal sino como resultado del daño ocasionado por la misma. A medida que la enfermedad renal avanza, los cambios físicos de los riñones provocan un aumento de la tensión arterial. De esta manera se crea una espiral peligrosa, en la que se combinan la hipertensión y los factores que la producen. La
detección y el tratamiento precoces de la hipertensión, incluso de los casos leves, son de suma importancia para las personas diabéticas.
Además de los problemas renales produce alteraciones a nivel de la
microvasculatura y macrovasculatura de todo el organismo, produciendo repercusiones a nivel general. Entre ellas podemos citar: A nivel del S.N.C., ictus o accidente isquémico transitorio; a nivel cardíaco, miocardiopatía hipertensiva, hipertrofia ventricular izquierda; a nivel ocular retinopatía hipertensiva; enfermedad arterial periférica.







FACTORES DE RIESGO
Dentro de los factores de riesgo podemos mencionar, el sedentarismo, la obesidad, enfermedades renales entre otras, a continuaciòn daremos una breve referencia de la obesidad ya que es un problema de salud que va en aumento.



Tener obesidad es un factor de riesgo para desarrollar muchas enfermedades crónico degenerativas como la diabetes y la hipertensión. En el caso concreto de ésta última, la grasa que se acumula en el cuerpo provoca que el corazón y las arterias tengan mayor dificultad para irrigar la sangre a todos los órganos, lo que origina que la presión se eleve.
Pero, ¿qué es la obesidad?
La obesidad es una alteración metabólica crónica en la que intervienen muchos órganos del cuerpo y se manifiesta por un incremento en el tejido adiposo de las personas, el consumo excesivo de calorías provoca que el organismo las almacene como “energía de reserva”.
Se dice que una persona es obesa cuando tiene un exceso de grasa corporal que le origina un aumento de peso con respecto a lo que correspondería según su sexo, talla y edad. Para que una persona sea diagnosticada como paciente con obesidad es necesario que su Índice de Masa Corporal (IMC) sea mayor de 25 unidades.
Para calcular este índice basta con dividir el peso (en Kg.) por la talla al cuadrado (en cm.), tal y como se indica a continuación:
IMC = Peso (en Kg)/Altura (en Cm)²
Según el IMC, entre 25-60 años se clasifica en los siguientes grupos:
• Normales: IMC entre 20-25 • Sobrepeso: IMC entre 27-29.9.• Obesidad Grado I: ICM entre 30-34.9.• Obesidad Grado II: IMC entre 35-39.9.• Obesidad Grado III: IMC mayor o igual a 40.
¿Influye el peso corporal en el desarrollo de la hipertensión?
Sí, pues a medida que aumenta el peso, la presión en las arterias se eleva. Estudios recientes han podido comprobar, que un aumento en el peso corporal de 10 kg supone una diferencia de 3 mmHg en la presión sistólica y de 2.2 en la tensión arterial diastólica.
La reducción de peso es uno de los factores más importantes del tratamiento de la hipertensión arterial. En algunos casos, los pacientes con hipertensión únicamente requieren de la reducción de su peso sin ser necesario un tratamiento con fármacos
La perdida de 3-4 kg aunque no se alcance el peso ideal repercute de forma importante en el control de la tensión arterial, además mejora la respuesta al tratamiento farmacológico de la hipertensión y la tolerancia a la glucosa, colabora en la regulación del colesterol, el ácido úrico, y facilita el trabajo del corazón, las arterias, los pulmones y aminora la carga de las articulaciones.
¿Cómo hago para perder peso?
Lo más importante es que consultes con tu médico o con un nutriólogo, ellos pueden ofrecerte planes alimenticios de acuerdo a tus necesidades de consumo de calorías. Además no olvides realizar de manera constante un plan de ejercicios, no sólo para bajar de peso, sino también para conseguir regular los niveles de presión sanguínea.